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María Jesús Sánchez | Clase

La elegancia, la clase, las buenas maneras, el saber estar, en definitiva, la educación y la ética, no se adquieren con dinero, ni lo da un barrio de abolengo, ni un colegio privado. Nace de un bonito corazón que empatice con el otro, que es capaz de demostrar ternura sin ningún tipo de complejo.



Así es Rafa. Rafa es guapo porque su bondad traspasa su piel. Es verdad que los trajes de corte italiano le quedan muy bien y su percha todo lo luce. También se ocupa él de estar en forma corriendo, nadando o con la bici. Siempre tiene una palabra amable para todo el mundo, un abrazo, besos cariñosos y una alegría contagiosa.

Él es un vividor en la acepción sana de la palabra. Le gusta vivir, disfrutar, conocer, viajar, leer, descubrir, el mar, lo lejano y le gusta mucho su rubia. Su compañera de viajes y, lo más importante, su compañera de vida.

Se enamoraron siendo casi niños y, desde entonces, se cuidan, se quieren y comparten pasiones. Su padre le dejó miles de recuerdos de tardes de fútbol, viendo, disfrutando y sufriendo por su Sevilla de su alma. Cuando habla de él, el amor se le desborda y un reflejo acuoso acude a sus bonitos ojos verde aceituna.

Enamorado de la vida, de su mujer, de su sobrino y de su familia. Si el día se nubla y el frío llega, ahí está él con una sonrisa y una de sus frases ingeniosas para sacarte una sonrisa o darte un abrazo de esos que te hacen creer en la buena gente. Rafa es luz, caballerosidad y ternura.

Se crió y creció en un barrio humilde, trabajador, donde uno aprendía a volar solo o con amigos; donde no había mucho dinero, donde la escasez se compensaba con ingenio e imaginación. Los niños jugaban en la calle e inventaban juegos donde existía el compañerismo. Podría uno querer o encontrar una o varias razones de por qué él es como es.

Ni la dirección postal, ni el colegio condicionan. Cuando uno nace con el don de la elegancia, que cubre un corazón grande y bueno... Todo lo demás, sobra.

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ