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Carmen Giménez Alvear | Montilla y los leones del Congreso (II)

Las cartas que la familia Alvear conserva de Francisco Alvear y Ward en relación con la fundición de los leones que custodian la entrada principal del Congreso de los Diputados nos cuentan algunas anécdotas de esta historia que queremos compartir y que iniciamos en la entrega anterior.


Como avanzamos en la primera parte, en noviembre de 1864 llegaron a Sevilla los moldes de yeso de las esculturas, que luego se pasan a cera y, finalmente, se funden en bronce. Pero el embalaje para el viaje por tren desde Madrid no se hizo correctamente y los moldes de yeso para uno de los leones llegaron muy deteriorados, lo que obligó a rehacerlos en la Real Fabrica de Artillería de Sevilla. Es por ello que el primer león no se fundió hasta el 24 de mayo de 1865, mientras que el segundo se haría el 22 de julio de ese mismo año.

Entre una y otra fundición, el 28 de junio de 1865, Francisco Alvear escribía una carta dirigida al director general de Artillería, Cayetano de Urbina y Daoiz, para preguntarle sobre el texto que debía figurar en el pie de las esculturas. Y sorprende que, teniendo en cuenta la envergadura del proyecto, la única duda girara realmente en torno al texto del cartel o la leyenda que podría leerse en el basamento:

"Fiado en la bondad con que siempre me ha tratado, me he tomado la libertad de escribirle [...] para hablarle sobre los leones que se están construyendo para el Congreso de los Sres. Diputados: el 1º está ya fundido y espero que el 2º lo estará pronto. Necesito ahora saber el letrero que debe ponerse para lo cual escribí al Sr. Conde de Puñonrostro, pero no habiendo recibido contestación me obliga a hacerlo a U. porque va siendo urgente el que se sepa.


Cuando estuvo en esta el General D. José Reyna, comisionado por los Sres. Diputados, me autorizó y dio amplias facultades para hacer las variaciones y todo lo que pudiera ocurrir en su construcción, pero siendo esto de consecuencia creo no debo hacerlo sin que U. me autorice, siendo al mismo tiempo cuestión del cuerpo no está en nosotros decidirlo.

Teniendo presente las dimensiones del frente de la peana que son 210 mm de ancho y 4.430 largo, y que conviene que al mismo tiempo que lo determine todo haya sencillez, hemos pensado que sería el más adecuado: Fundición de Artillería: Con cañones de Marruecos Sevilla 1865

Creo que en él se reúne todo lo que se puede desear, si a U. no le parece así y desea se varíe, le pido no se olvide del espacio con que se cuenta para en el que U. haya de poner haya claridad y quede bien. Le agradeceré mi Gral. Si es posible lo determine pronto
".


La respuesta de Don Cayetano de Urbina no se hizo esperar y, el 8 de julio de 1865, escribía a Francisco Alvear con una propuesta de texto menos amigable pero que es la que consta en la actualidad:

"Señor Director de la Fundición de Bronces

Muy Señor mío: enterado de cuanto dijo Usted a un antecesor relativos a la inscripción que deberá ponerse a los Leones que de Real Orden están mandados fundir en ese Establecimiento con destino al Congreso de los Diputados, y deseando como usted manifiesta conciliar la sencillez al propio tiempo que determinar de un modo claro el origen metal, lo que debería ponerse será Fundición de Artillería de Sevilla 1865 con cañones tomados al enemigo en la Guerra de África en 1860
".

Como segunda curiosidad queremos compartir la lista de personas que participaron en la fundición de los leones y que fueron reconocidas por su destreza en diferentes oficios relacionados con esta obra, a propuesta de Francisco Alvear. Así se refleja en la carta de 27 de julio de 1865 que, desde Madrid, dirigía Don José de Reyna a Francisco Alvear y Ward:

"Mi muy estimado amigo, con su grata del 10 del actual, poseo la nota, que en ella se ha servido V. incluirme de los oficiales que han tomado parte de la construcción de los leones, y tengo la satisfacción de decir a V, que está acordado para V. y para todos los demás oficiales de su dependencia , la concesión de la Cruz del Mérito Militar, que para el cincelador, como no tiene el carácter militar, se le dará la de Isabel la Católica o la de Carlos III.

BODEGAS ALVEAR

Todas estas condecoraciones se mandarán hacer aquí con las correspondientes dedicatorias y cada una en un bonito estuche se remitirán a V. a su tiempo para su distribución. La propuesta se aprobó en la forma siguiente:

  • A V. la Cruz de 2ª Clase del Mérito Militar.

  • Al T.G. D. Joaquín Enrile id. Id.

  • A los capitanes D. Joaquín Sangrán, D Diego Martín Bolaños, D. Augusto Placencia, D. Rafael Halcón, la id. Id. De 1ª clase.

  • A los Tenientes D. Teodoro Bermúdez, D. José Durán, la misma de 1ª clase.

  • Al maestro de moldería, D. Prudencio Suárez, se le significa a Estado para la Cruz sencilla de Isabel la Católica".

Pero además del reconocimiento del personal militar, hay que señalar que Francisco Alvear se ocupó del reconocimiento del trabajo de los civiles involucrados. Y con más mérito si cabe por parte de Reyna, que autorizó este reconocimiento y el premio económico, incluso antes de estar terminados los leones, por si en las elecciones que se avecinaban ya no salía elegido diputado.


También está arreglado por mi lo que debe darse de gratificación a los obreros, a cuyo arreglo me he adelantado, puesto que no están los leones concluidos, estimulado del justo y vivo deseo de dejar a mis compañeros una muestra de mi sincero afecto, por si llega el caso de no encontrarme luego en ocasión y posibilidad de hacerlo, porque pudiera suceder que en las próximas Cortes no salga Diputado”.

En 1868, tras la muerte de su hermano Tomás, Francisco Alvear pide la excedencia del ejército y vuelve a Montilla a encargarse de los negocios familiares, entre los que destacan las Bodegas Alvear, a las que dio un gran impulso. En 1877 fue elegido senador por Ciudad Real pero no llegó a jurar el cargo.

Francisco Alvear y Ward fallece en Madrid el 23 de junio de 1894, ciudad a la que acababa de llegar desde Montilla para recibir a su hija Luisa, monja de la Asunción que regresaba de Filipinas muy enferma, tras fundar una Escuela Normal para maestras en Manila.

CARMEN GIMÉNEZ ALVEAR
FOTOGRAFÍAS: J.P. BELLIDO / FUNDACIÓN ALVEAR

BODEGAS ALVEAR

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