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Rafael Soto | Por un poder andaluz

Las amenazas que acechan al Estado y la oleada de elecciones están dando lugar a una infoxicación con pocos precedentes en el periodismo español. Un mareo que se ve incrementado por el amplio volumen de partidos que se presentan y sus numerosas declaraciones, promesas y amenazas. Y ante esta dificultad para digerir el presente, se ha acabado el minuto de gloria que supusieron las elecciones autonómicas en Andalucía y sus funestos resultados.



El partido andalucista que mejor quedó en las elecciones fue Andalucía Por Sí (AxSí), con 22.017 votos (0,61 %). Unos resultados de mucho mérito, pues es la primera vez que se presentaba, pero que demuestran hasta qué punto el andalucismo, que sin duda está latente en la Nación, es desconocido u objeto de desconfianza por muchos andaluces.

Desde luego, las ruinas del antiguo Partido Andalucista siguen presentes en la memoria de muchos ciudadanos. Así como el radicalismo de algunos andalucistas, como el Partido Nacionalista Andaluz o el Sindicato Andaluz de Trabajadores.

Sin embargo, lo más preocupante es el desconocimiento del andalucismo por parte de muchos jóvenes, que son el futuro. El sistema educativo andaluz solo se acuerda con seriedad de Andalucía y de Blas Infante los veintiocho de febrero. No se leen con seriedad fragmentos de El Ideal Andaluz, ni se considera necesario explicar cómo fue el proceso autonómico de Andalucía, ni quién fue Manuel José García Caparrós, ni mucho menos sabrían los más jóvenes recitar el nombre de los presidentes que ha tenido la Junta durante toda su historia.

Por su parte, el repliegue de los partidos andalucistas en el municipalismo es una elección que no puede pasar de mayo. Es una táctica que fue necesaria para detener la hemorragia que supuso la implosión del Partido Andalucista. Sin embargo, los andalucistas deben presentar un nuevo modelo, moderado y atrevido, tanto para la Nación Andaluza como para el resto de España. Un modelo integrador, que sea capaz de oponerse a los supremacistas vascos y catalanes, y que atraiga a los andaluces moderados.

En cualquier caso, como no nos cansamos de repetir, es necesaria una alianza entre empresarios y andalucistas por el progreso, aprovechando el caos político en el que nos encontramos. Y debe hacerse antes de que las opciones estatales de derecha se consoliden en la Junta.

Si el andalucismo no es capaz de proponer un modelo integrador y atractivo para Andalucía y España, ni llegar a jóvenes, ni empresarios, el futuro de la Nación tendrá una triste perspectiva. Ojalá se redescubran las ideas de Infante y las letras de Carlos Cano y, con él, su esperanza: “la juerga ya se acabó, / caciques y señoritos / zapatín del zapatón / [...] ¡Viva Andalucía libre / que es hora de despertar! / ¡Y que vivan los que luchan / por darle la libertad! / Andaluz, que tu voto no migre / pa que así no migres tú. / ¡Por un poder andaluz!”.

RAFAEL SOTO